El hábito de morderse las uñas, conocido como onicofagia, puede ser más perjudicial de lo que uno podría imaginar. Los expertos explican que esta práctica puede causar daños permanentes en las uñas y otros problemas de salud que van mucho más allá de la estética.
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En primer lugar, es necesario entender la razón detrás de este hábito. Según la médica Natasha Bhuyan, esto podría estar relacionado con trastornos repetitivos del cuerpo vinculados a desafíos emocionales.
“Existen varias razones subyacentes para morderse las uñas, y a veces sucede de manera involuntaria. Los psicólogos creen que podría ser una forma de reaccionar a nuestras emociones, ya sea como un estímulo cuando nos aburrimos o como una vía de escape calmante cuando estamos estresados”, explicó a “Yahoo”.
La onicofagia puede llevar a hábitos más graves asociados con el Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH), el síndrome de Tourette, el Trastorno Obsesivo-Compulsivo (TOC), la ansiedad por separación o el trastorno oposicionista desafiante.
Según la dermatóloga Shari Lipner, el hábito a largo plazo puede tener consecuencias para la salud.
“La longitud de las uñas puede acortarse permanentemente y pueden aparecer líneas marrones. Es posible contraer infecciones bacterianas y virales, ya que romper la piel alrededor de las uñas puede aumentar el riesgo de infección fúngica en la lámina ungueal o en la piel. También puede causar problemas dentales como apiñamiento, mala colocación o protrusión de los dientes frontales superiores. Y, por supuesto, puede provocar problemas digestivos”, explicó.
Según Bhuyan, la primera opción para superar este hábito es permitir que las uñas crezcan de manera natural. En caso de problemas psiquiátricos, es esencial buscar ayuda de un profesional en el campo, así como de un dermatólogo.